El efecto de la inflación sobre los costos de producción elevó los precios de las manufacturas nacionales que de a poco pierden terreno frente a las importadas. En La Matanza, empresarios y obreros se inquietan ante la pérdida de competitividad de sus productos. 
Al parecer, la inflación no solo erosiona el bolsillo del ciudadano y hace estragos en los sectores más humildes de la sociedad. También el constante aumento de precios se convirtió en una verdadera amenaza para el tipo cambio competitivo, que en teoría protege a la industria nacional, y que constituye uno de los pilares del modelo económico implementado luego de la salida de la convertibilidad en enero de 2002.
A nivel distrital, la problemática ya se hizo sentir entre los industriales matanceros y, tal como lo aseguró el secretario de Producción, Francisco Lamanna, “la invasión de bienes extranjeros en el mercado es vista con inquietud por los empresarios locales”, especialmente los que dirigen rubros como la metalmecánica, el textil y el calzado, que constituyen algunos de los principales motores de la economía del Partido.
La competencia internacional
Sobre este punto, el ex ministro de Economía Aldo Ferrer explicó que “el incremento de los costos de producción achica los márgenes de rentabilidad de los bienes sujetos a competencia extranjera”. En esta coyuntura, las manufacturas argentinas van perdiendo competitividad frente a las importadas, cuyo ingreso aumentó en abril un 61 por ciento respectos de igual mes del año pasado.
De esta manera, las compras al exterior superaron las ventas al resto del mundo, lo que impactó en la balanza comercial, que si bien registró un superávit de 864 millones de dólares, tuvo un descenso de casi 400 millones en relación al mismo mes del año pasado y mantuvo su saldo positivo únicamente por el aumento internacional de los precios de los alimento.
“Más bajo que el uno a uno”
En relación a la pérdida de competitividad de la industria metalmecánica, Fernando Grasso, economista de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA) aseguró que “los costos del sector se incrementaron alrededor de un 300 por ciento desde 2001 hasta la fecha, lo que implica que actualmente el tipo de cambio real está más bajo que durante el uno a uno”. También, aseguró que los reclamos de aumentos salariales “pueden llegar a ser absorbidos por el sector mecánico pero no por el resto de la industria”, puesto que de elevarse los sueldos se incrementarían los costos de producción, lo que encarecería las manufacturas nacionales que “tienen como techo los precios de los importados, y ya hay sectores que sobrepasaron ese límite”.
Menos trabajo
Por su parte, también los trabajadores temen que las compras al exterior reduzcan los puestos de trabajo. Así, Hugo Melo, secretario adjunto de la UOM, puso énfasis en que “siempre que se compre un producto importado se está pagando mano de obra extranjera” y recordó que “en La Matanza la fábrica ACINDAR tuvo que cerrar sectores porque el alambre más fino, que tiene un mayor proceso de elaboración, empezó a llegar desde China, y la empresa no pudo hacer frente a esa competencia”.
Las medidas
Para Aldo Ferrer, una respuesta adecuada exige “que el Banco Central adopte una política monetaria que asegure un tipo de cambio efectivo, consistente con los precios”. De acuerdo con el economista, tales medidas deben ser acompañadas por “un fuerte control fiscal que de señales de crecimiento” y que “contrarreste el efecto de la inflación sobre la competitividad de la moneda” al reducir la disponibilidad de dinero destinado al consumo.
En este sentido, Francisco Lamanna sostuvo que para proteger a la industria nacional lo correcto sería “importar solo aquello que no se produce en el país”. Además, consideró que la opción de devaluar aun más el peso “tendría efecto solo a corto plazo”, y que lo adecuado es “incentivar las inversiones para mejorar la escala de producción y disminuir los costos”.
Finalmente, Fernando Grasso hizo hincapié en la importancia de que “se tomen medidas para controlar el dumping” (competencia desleal por la cual los exportadores venden sus mercancías a un precio inferior en el exterior que en su país), “sobre todo en el caso de los productos que llegan desde China”, dado el impacto negativo que tiene sobre los productos locales.

Al parecer, la inflación no solo erosiona el bolsillo del ciudadano y hace estragos en los sectores más humildes de la sociedad. También el constante aumento de precios se convirtió en una verdadera amenaza para el tipo cambio competitivo, que en teoría protege a la industria nacional, y que constituye uno de los pilares del modelo económico implementado luego de la salida de la convertibilidad en enero de 2002.
A nivel distrital, la problemática ya se hizo sentir entre los industriales matanceros y, tal como lo aseguró el secretario de Producción, Francisco Lamanna, “la invasión de bienes extranjeros en el mercado es vista con inquietud por los empresarios locales”, especialmente los que dirigen rubros como la metalmecánica, el textil y el calzado, que constituyen algunos de los principales motores de la economía del Partido.
La competencia internacional
Sobre este punto, el ex ministro de Economía Aldo Ferrer explicó que “el incremento de los costos de producción achica los márgenes de rentabilidad de los bienes sujetos a competencia extranjera”. En esta coyuntura, las manufacturas argentinas van perdiendo competitividad frente a las importadas, cuyo ingreso aumentó en abril un 61 por ciento respectos de igual mes del año pasado.
De esta manera, las compras al exterior superaron las ventas al resto del mundo, lo que impactó en la balanza comercial, que si bien registró un superávit de 864 millones de dólares, tuvo un descenso de casi 400 millones en relación al mismo mes del año pasado y mantuvo su saldo positivo únicamente por el aumento internacional de los precios de los alimento.
“Más bajo que el uno a uno”
En relación a la pérdida de competitividad de la industria metalmecánica, Fernando Grasso, economista de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA) aseguró que “los costos del sector se incrementaron alrededor de un 300 por ciento desde 2001 hasta la fecha, lo que implica que actualmente el tipo de cambio real está más bajo que durante el uno a uno”. También, aseguró que los reclamos de aumentos salariales “pueden llegar a ser absorbidos por el sector mecánico pero no por el resto de la industria”, puesto que de elevarse los sueldos se incrementarían los costos de producción, lo que encarecería las manufacturas nacionales que “tienen como techo los precios de los importados, y ya hay sectores que sobrepasaron ese límite”.
Menos trabajo
Por su parte, también los trabajadores temen que las compras al exterior reduzcan los puestos de trabajo. Así, Hugo Melo, secretario adjunto de la UOM, puso énfasis en que “siempre que se compre un producto importado se está pagando mano de obra extranjera” y recordó que “en La Matanza la fábrica ACINDAR tuvo que cerrar sectores porque el alambre más fino, que tiene un mayor proceso de elaboración, empezó a llegar desde China, y la empresa no pudo hacer frente a esa competencia”.
Las medidas
Para Aldo Ferrer, una respuesta adecuada exige “que el Banco Central adopte una política monetaria que asegure un tipo de cambio efectivo, consistente con los precios”. De acuerdo con el economista, tales medidas deben ser acompañadas por “un fuerte control fiscal que de señales de crecimiento” y que “contrarreste el efecto de la inflación sobre la competitividad de la moneda” al reducir la disponibilidad de dinero destinado al consumo.
En este sentido, Francisco Lamanna sostuvo que para proteger a la industria nacional lo correcto sería “importar solo aquello que no se produce en el país”. Además, consideró que la opción de devaluar aun más el peso “tendría efecto solo a corto plazo”, y que lo adecuado es “incentivar las inversiones para mejorar la escala de producción y disminuir los costos”.
Finalmente, Fernando Grasso hizo hincapié en la importancia de que “se tomen medidas para controlar el dumping” (competencia desleal por la cual los exportadores venden sus mercancías a un precio inferior en el exterior que en su país), “sobre todo en el caso de los productos que llegan desde China”, dado el impacto negativo que tiene sobre los productos locales.
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